Tanto en lo humano como en lo espiritual los padres tienen
una gran autoridad sobre los hijos. La relación padre/hijos es
primaria, se da desde antes del momento del nacimiento.
Antes de entrar en contacto con otras personas, escuela,
amigos, empleos… Pasaron muchos años contigo:
Papá/Mamá.
Las acciones, el ejemplo, los afectos y las palabras
desarrollará un ser humano saludable física, espiritual y
emocionalmente, seguro o desconfiado, respetuoso o
irrespetuoso, moral o inmoral, débil o fuerte…
De todas las anteriormente mencionadas quiero centrarme
en el poder de las palabras; y te pregunto:
¿Qué le dices a tus hijos? ¿Palabras positivas? ¿Palabras negativas?
Hablar siempre palabras negativas, desanima y desalienta y
harán que sus hijos pierdan el valor propio.
Al hablar con ellos deberemos ser asertivos y eficaces. (No
hirientes).
Aspectos a tener en cuenta son:
Ser oportunos, no avergonzarlos, dar ejemplo de diálogos no
ofensivos, que no les provoque enojo, firmes, compasivos,
tono sereno, un tema a la vez, elogia , anima, inspira,
motiva!
El objetivo principal de nuestras palabras debe ser de
motivación. Piensa: Cuándo fue la última vez que felicitaste o
aplaudiste a tu hijo por una buena actitud o un buen
comportamiento?
Te puedo asegurar que con nuestras palabras decidimos el
rumbo de la vida de ellos, afectando su futuro.
¡Al usar palabras positivas los marcas para siempre!
Así se formará un concepto positivo de sí mismo.
Carmen Pimentel
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