En mis roles de maestra, directora de centros educativos y terapeuta he venido promoviendo por muchos años la necesidad de qué los padres dediquen tiempo a sus hijos. En múltiples ocasiones en asambleas de padres los he hecho pensar usando una lectura reflexiva titulada: ¿Cuánto ganas por hora? Cuenta una triste historia donde un niñito pregunta a su padre cuánto ganas por hora y ante la respuesta del padre él le dice que ahorró del dinero de su merienda para ver si logra que le venda una hora de su tiempo. ¿Doloroso cierto?
A partir de lo dicho antes hago la siguiente analogía, dedicada de manera especial a los padres con hijos jóvenes y adultos que están viviendo la etapa conocida en psicología como el nido vacío; etapa donde los hijos hacen vida propia. Una etapa natural y saludable de la vida: se hacen profesionales, son empleados, tienen pareja, hijos. actividades sociales etc. y en muchas ocasiones le caería muy bien que papá y mamá al igual que el niñito de la historia le pregunten cuánto ganas por hora? ¿Me podrías vender una hora de tu tiempo?
Estoy segura de que muchas de las personas que me lean y tienen hijos adultos estarán de acuerdo conmigo.
Me permito compartirles las siguientes recomendaciones:
A los padres buscar la forma de ocuparse lo más posible: hacer actividades sociales, espirituales, trabajos voluntarios y además y si en algún momento les está afectando emocionalmente conversar sobre el tema y/o buscar ayuda profesional.
A los hijos recordarles que planifiquen pasar tiempo junto a sus padres, que de vez en cuando lo incluyan en sus horarios de actividades, créame después querrán devolver el tiempo perdido y esto es imposible.
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