A pesar del afán del día, de llevar una vida ajetreada, sería valioso desacelerar para apreciar todas las pequeñas cosas que nos rodean y que muchas veces nos pasan desapercibidas.
Te comparto el siguiente pensamiento de Izaak Walton:
“Agradece las cosas simples de la vida, no las des por sentado. Después de todo…Qué quedaría un ciego para ver los agradables ríos, praderas, flores, fuentes? y esta y muchas más otras bendiciones que disfrutamos diariamente”
La sencillez de la vida… Uno de los valores que nos ayudan a valorar las pequeñas cosas de la vida.
Te hablo de cosas cotidianas, maravillosas como poder respirar, caminar, oler, ver la salida del sol, el vuelo de un pájaro o de una mariposa, deleitarse con una noche de luna u oír la risa de un bebé.
Las “pequeñas” grandes cosas son alimento para el espíritu.
La sociedad nos empuja a la velocidad, al consumismo, a la acumulación, a competir, al tener y esto tristemente termina enfermándonos y frustrándonos.
Desacelerar y hasta parar nos hará entender que tenemos mucho más de lo que pensamos, nos hace agradecidos, recordamos el valor de los placeres sencillos y sobre todo viviremos convencidos de que la riqueza personal no tiene relación con la economía y lo material.
Camen Pimentel. Mtr.
0 comentarios